Monday, July 10, 2006
No son solamente...
No son solamente las tardes con tu imagen como perenne compañía; ni los miles de tonos que le he encontrado a tus pantalones de mezclilla; no solamente son esos minutos a hurtadillas en el estacionamiento ni los paseos de la mano por los límites del lago; no es tu sonrisa. No tus besos. No solamente. Va mucho más allá. Eres tú. Es el momento. Estás aquí, mágicamente, en el preciso instante en que te anhelo. Me gusta sentirte. Escuchar tus latidos cuando digo duerme y tú solamente pones ojo avisor y dices sí, claro que sí y nos sumergimos en ese letargo que inevitablemente sobreviene al placer. Te quiero. Lo mismo cuando nos exploramos con historias entre sorbos de café, que si, traviesa, mi mano navega tu entrepierna y de pronto exclamas: "Ey, ey, ¿y a ti quién te invitó?" al intruso por la ventana. Más allá cuando te escucho. Te quiero mucho más allá en ese preciso instante en que cada movimiento de mi boca se convierte en un grito y entonces soy como concertista que no quisiera dejar jamás del escenario. Compartimos historia. La vivimos. Y estoy feliz. Perdida la mirada en esa tu figura; mis manos hurgando cada poro de tu piel; eternamente embelesado con tu aroma; saboreándote con ternura infinita y muy muy muy cerca de enloquecer cuando te escucho.
Tu cuerpo
Tu cuerpo es el remanso necesario, la quimera perfecta, el paso irreductible; afán cotidiano, perenne anhelo, destino obligado.
Es la mariposa atrapada, el bailoteo de un ángel, una barca que arriba; película muda, nostalgia a futuro, escuela de emociones. Oye, tu cuerpo es el lugar donde exploro la intensidad del universo y descubro la verdadera razón de la existencia. Tu cuerpo, breve,
que es mío, locura recurrente. Principio y final de nuestra trama.
Es la mariposa atrapada, el bailoteo de un ángel, una barca que arriba; película muda, nostalgia a futuro, escuela de emociones. Oye, tu cuerpo es el lugar donde exploro la intensidad del universo y descubro la verdadera razón de la existencia. Tu cuerpo, breve,
que es mío, locura recurrente. Principio y final de nuestra trama.
Todo el día,
Todo el día, todo. De inicio a fin, de mañana a anochecer. Todo.
Del alba al ocaso, de hora cero a veinticuatro. Del despertar a la ensoñación, de un crepúsculo a otro igual. Todo. De antes meridiano
a medianoche, de que sale a que se oculta el Sol, también cuando
se muestra o esconde, vaya Luna. Todo. Todo el tiempo --todos los relojes, todos--, te quiero.
Del alba al ocaso, de hora cero a veinticuatro. Del despertar a la ensoñación, de un crepúsculo a otro igual. Todo. De antes meridiano
a medianoche, de que sale a que se oculta el Sol, también cuando
se muestra o esconde, vaya Luna. Todo. Todo el tiempo --todos los relojes, todos--, te quiero.
Saturday, July 08, 2006
Thursday, July 06, 2006
Wednesday, July 05, 2006
A veces, cuando camino
...te voy pensando. Y me sorprendo sumergido en una suerte de detalles tales que no podrías creerlo. Aquel, que debió ser el día uno en que te vi: delgada, esbelta, con ese andar lleno de orgullo y serio, muy serio el rostro. Casi siempre. Después, tu presencia volvióse cotidiana. Era mi mirada la primera en buscarte al llegar a la redacción temprano porque, de otra manera, tu habrías partido. Era seguir tus pasos, primero discretamente; después acompañarlos con un par de guiños complices con don Pepito y ¿ya vio, qué bien viene ahora? Y él que llegó en ocasiones a decir insuperable, y yo que en ocasiones le confirmaba insuperable, y tú paseando de un lado a otro de mis sentidos. Después, tu presencia volvióse un argumento. Te imaginaba, por supuesto. Cómo sería. El talle ideal. Esos ojos. Porque he de decirte que el gesto casi desde siempre fue muy parecido a un cuidado, no te acerques con malas intenciones porque sé defenderme, y yo jamás me acerqué con malas (bueno, malas malas) intenciones. Pasaron los días y como mi búsqueda por apenas una de tus miradas era del todo infructuosa, algo distinto habría que intentar. Unas lineas en el bolso en el día que tu cabello y esas uñas me obligaron a hacerlo Y luego, ser atento. Sí. Qué atento... Caminar a tu lado, por las calles del centro, rumbo al metro, primero. De la mano algunas veces. Y yo en el intento por seguir con ese ritmo de tu paso que es imposible conciliar entre estrechas veredas, puestos ambulantes, discos y flores y mis ojos perdidos en tu cuerpo. --Te robo un beso. --No. (Ay, güey. ¿Y ahora?) --Bueno, chiquito. (Bueno, chiquito ahorita; mediano pronto y grande, muy grande, lo prometo, para el futuro) --Bueno. Y salir corriendo hacia el metro Potrero a toda velocidad como si fuese un niño; euforico. Chiquito, chiquito, chiquto, pero era un beso. Prometia. Después, tu presencia volvióse una sonrisa. Vamos a la Pantalla. Sí, vamos. Y mi mano hurgando bajo tu cintura y los niños que ay qué pantallota, y las señoras de al lado muy concentradas en lo que está sucediendo allá adelante. Y tú a mi lado. Y el coche que no arranca. Pero no importa, vámonos en taxi o lo que sea, antes, a comer con los amigos o acaso al cine; más actual y frecuentemente a la casi esquina de los anhelos cumplidos: RB y Misterios (en donde se escucha, por cierto, ¡cada palabrota!) A veces, cuando vivo, te pienso. Y me sorprendo sumergido en una suerte de detalles tales que no podrías creeerlos. Y creo que tu presencia se ha vuelto mi universo.
Sunday, July 02, 2006
Muero de ganas...
Muero de ganas.
De tomarte entre mis brazos y sentir tu piel desnuda sobre
mi pecho, tu abrazo alrededor de mi cuello y yo perdido en la
hasta entonces alineada cabellera. De tenerte.
De hacernos uno despacio, con mis manos en tu rostro y las
palabras como sortilegio. O rápido, entre gritos y dolor de
pantorrillas.
De que mis manos viajen por cada una de tus profundidades;
de encontrarte.
De sentir humedades prometidas. De mordidas a los dedos
de los pies.
De besarte.
De recorrerte con los labios, poro a poro.
De llenarte.
Muero de ganas.
Muero de ti.
Es en ocasiones la sonrisa...
Es en ocasiones la sonrisa, pero también el cabello en exacta rebeldía; los diversas tonalidades en tu voz, la carcajada; tu calor a mi costado y las caricias, los ojos bien abiertos, palabras al oído, el despertar acalorados. Es el severo gesto al enojarte, la vanidad de tu entrepierna, el sueño que madura; son los planes inmediatos, los de hoy, los de mañana, los perfectos. Es tu aliento y el filo de las uñas, los estremecimientos que sin pensar --y en ocasiones con toda alevosía-- provocas. Es tenerte, mi vida, vida mía. Y sonreírte, hurgar en tu alma, tomarte de la mano, recorrer con la otra cada trazo. Encontrar tus veredas, los caminos. Y anhelar: hacer del futuro un lienzo colorido. Que cada susurro mío se vuelva estrella. Que cada suspiro tuyo me atrape sin remedio.
Estás aquí, en todas mis lunas...
Estás aquí, en todas mis lunas. En cada paso, en los camiones, la música, los soles. Estás en el viento que por las tardes, enfadado, enfría todos los rostros, en el aroma que al andar derramas. Estás en mi mente y en mis ojos, en el suave tacto del cabello, en tu eterna sonrisa enamorada. Me gusta tu presencia. Es dulce, delicada, tierna; avasallante. El corazón da vuelcos cuando mis manos contactan tu cadera y mi alma asoma a la tuya a través de la unión de nuestros cuerpos. Te quiero. Tanto como nunca, tanto como siempre.
Divides mi vida
Divides mi vida en fragmentos que se reconcilian al pensarte: te imagino en tu trabajo, por la calle, tomando apresurada el teléfono, mirándome. Voy por estos senderos rumbo a tu encuentro y palpito ansioso si te pienso. Actual, dulce, vehemente, apasionada, encarnizada, ideal, profunda, desesperada. Preocupantemente enamorado desando los caminos.